Tengo la certeza que todos le tienen un sin fin de nombres a eso que tengo entre mis piernas recién depiladas. ¿Cuántos nombres le tiene usted?. Es fuente de inspiración para muchos y de preocupación de muchas (digámoslo; “hay mujeres que también llaman la atención de otras”). Hay ocasiones en que ella es parte de mi y otras en que yo soy parte de ella, por lo tanto, merecía que le diera el lugar que corresponde.
A veces contamos billetes juntas, la excavo o le saco punta a mi dedo. Pero como toda buena nerudiana tengo que negar estas prácticas, aunque es una estupidez que los hombres puedan ser abiertamente pajeros y nosotras no.
Lo mejor que puedo hacer antes de verme apoderada por mi propia ira (y echarme otra) es contarles mi historia.
En un clase de educación física en ese gimnasio de ultima generación que tenemos, ocurrió esta conversación con una amiga:
- ¿Qué te pasa?
- Me duele ahí (indicando mi paraíso)
Por lo que inicio un ataque excesivo de preguntas:
-¿Que hiciste?, ¿Con quien te metiste?, ¿Dónde estabas? (estaba más exaltaba que discurso del sub-comandante Marcos)
- ¡Ya! nada.
- Mira eso no es normal… (creo que en el lapsus gruño como perrita rabiosa)
Anda al servicio técnico.
Shuta! y eso es ir a ver a la matrona o al génicologo, y por lo tanto contarle mis últimas aventuritas del mes o quizás del año.
A mi me gusta el látex, pero no en las manos gigantes de una caballero con lentes que encuentro agradable hasta que esta mirándome de una perspectiva donde mis calzones con monos no pueden protegerme. De echo están sobre una mesita infame, con actitud de caídos en batalla (de mártires de guerra).
¡¡No!! Me niego a pasar por eso de nuevo, esa imagen me atormenta, pero son los costos de ser sexualmente activa y mentalmente perdida.
- No tantos. (Una estampida de recuerdos vienen a mi como cuando haces un saping eterno en TV satelital )
Producto de esta misma situación me volví inmune a todo tipo de estimulo sexual
(que quieren que les diga si pasa poh).
- Mmm… tengo que estudiar (si, es verdad estudio)
- Me duele la cabeza (es el “No” más evidente que se existe)
- Yo te hago cariñitos (otra vez los diminutivos, pero también lo entiendo el no me va a decir “te puedo manosear”, aunque reconozco que eso me hubiese calentado más)
- Tomemos once y después me voy por que tengo prueba mañana.
- Pero quédate a alojar conmigo y estudiamos juntitos (en otra ocasión me hubiese quedado y después de una revisión ultra veloz de la materia hubiésemos empezado a innovar con esas posturas tan buenas como: la tarántula, el barco en el agua, la sirena voladora o la flor del loto, pero con mi “vaginita” adolorida todas estas opciones quedaron eliminadas, de echo en ese momento no las concebí, solo ahora)
- Bueno te voy a dejar pero dime que wea te pasa
- No quiero no más (si a el le tengo estima pero mi intimidad con mi paraíso es más, por otra parte tenia que saber yo primero que tenia)
Así que hice la cola sin fin para sacar hora y por fin pensé en que sea lo que fuese, es mejor saber antes de estar apocalípticamente angustiada como estaba en aquel momento. Me senté y esperé y esperé, entremedio de un par de niñas menores que yo con sus guatitas de embarazadas, unas parejas de pololos calenturientos y otras mujeres con actitud de espera.
- Calzón con Monos el doctor la espera puerta 3 (¿que pretendían, que diera mi nombre?)
- Con agüita y con jabón (eso me lo enseño pin-pon, pero no me desenredo con peines de marfil por que tiene que doler)
- Mira el ph de la vagina es de 4.5 es un ph acido con el fin de protegerte de infecciones pero el común de los jabones es de 5.5 lo cual provoca una incompatibilidad lo que te produjo la leve irritación.
- ¿Y es solo eso?
- Es solo eso
Me dieron ganas de mutilarme por lo poco escurriah, pero a la vez el alivio y la alegría me poseyeron, como no me poseyó él ese día ¿Qué que hice? Me deslice a la farmacia a comprar mi sacrosanto jabón de 4.5 de ph.